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La Misericordia de Dios no tiene fronteras

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La palabra de Dios hoy se nos ofrece para animarnos en la fe: Una mujer extranjera, una mujer cananea, una mujer que podía ser llamada impura, encuentra su problema como…

"Eso es lo que queremos hacer en Colombia y en el mundo: convertir nuestro problema de la pandemia y todos nuestros problemas en una oportunidad para encontrarnos con el rostro misericordioso de Jesucristo, el Hijo de Dios.

Esta mujer tenía un problema: su hija estaba enferma, pero ella sabía que Jesús ha llegado a su país. La razón, Jesús está preanunciando que el Reino, que la misericordia de Dios no tiene fronteras.

Entonces esta mujer ve en su problema una oportunidad: “Jesús Hijo de David, ten compasión de mí”. Pareciera que Dios no escuchara el clamor de esta mujer. Pero es interesante la pedagogía de Jesús, Él sigue avanzando, sigue su caminar en tierra extranjera y sus discípulos van madurando poco a poco, ellos escuchan el clamor de esa mujer; es muy importante cuando los discípulos de Jesús tenemos oídos para escuchar el clamor del pueblo que sufre, de los pobres, de los enfermos, de los pecadores, de los necesitados y somos capaces de escuchar y de interceder: Señor atiéndela, viene gritando detrás de nosotros. Y el Señor entra en diálogo con ella: “No está bien, echar la comida de los niños a los perritos” Ella no se ofende, ella no se amarga la vida, ella insiste con ternura, porque sabe que está encontrando palabras de ternura, presencia misericordiosa: “Señor, pero también los perritos comen las migajas que caen de la mesa del Señor”. Ella está dispuesta a recibir así sea un poquito, una migaja de la misericordia de Dios. Se ha postrado ante Él y ha dicho la oración más breve que se encuentra en la Biblia, que está en Mateo 15,25. Una oración que solo tiene dos palabras: ¡Señor ayúdame!

Y es lo que le estamos diciendo hoy al Señor de Monserrate, a nuestro Padre Dios en esta peregrinación en la que el Señor de Monserrate ha bajado de la montaña santa y ha peregrinado con nosotros en las catedrales de la ciudad; ha estado recorriendo nuestra ciudad, acompañándonos, metiéndose en medio de la pandemia, de nuestro sufrimiento como un signo de esperanza y hoy le proclamamos como aquella mujer que le insiste, que lo busca: ¡Señor ayúdame! (…)

Como aquella mujer que con su problema se presentó ante el Señor, nosotros también nos estamos presentando, hombres y mujeres ante Él.  Porque para la misericordia de Dios no hay fronteras.

Esa mujer tenía en su corazón una intuición que después San Agustín la expresó de una manera bellísima: en todos los momentos de la vida debemos trabajar como si todo dependiera de nosotros, pero debemos esperar, confiar y orar como si todo dependiera de Dios.

Aquel que ora sin trabajar le está faltando algo, pero aquel que trabaja excluyendo a Dios, sin oración, le está faltando todo.

Los colombianos estamos convencidos de la necesidad de trabajar con la ciencia, con todo lo que sea necesario para progresar, para salir de esta prueba, pero estamos convencidos de que es la presencia misericordiosa del Señor la que transforma nuestra vida. Por eso el Señor, ha bajado a caminar con su pueblo a decirnos que está con nosotros, a reavivar nuestra esperanza.

Hemos hecho una rogativa intensa durante esta semana con el Señor de Monserrate y queremos que Él siga peregrinando en nuestras familias, en nuestras comunidades, en nuestro país. Tenemos puesta nuestra confianza en Él.

La oración más corta la dijo una mujer cananea y en ella estamos representados todos nosotros: ¡Señor Ayúdame!"

 

 

Oficina de Comunicaciones

Vicaría Episcopal de la Inmaculada Concepción

Catherin Florez