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"Realmente eres el Hijo de Dios", homilia Arzobispo de Bogotá.

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Te invitamos a conocer la homilía presidida este domingo 9 de agosto por Monseñor Luis José Rueda, desde la capilla del Sagrario de la Catedral Primada de Colombia

"Hay un reconocimiento del rostro del Hijo de Dios que ha llegado a la barca, que se une con aquellos náufragos, aquellos que en la noche ya habían perdido la esperanza. Allí le decimos al Señor, con Pedro, con los apóstoles, con nuestra familia: realmente eres el Hijo de Dios. Y de ese reconocimiento, de la presencia del Dios con nosotros, brota la actitud de la esperanza, nace la fuerza nueva de la fraternidad, de la solidaridad.

La barca es nuestra vida, es nuestra familia, es la sociedad entera, es la humanidad y nos postramos ante Él y le decimos: realmente eres el hijo de Dios. La escena es bellísima, la escena nos recuerda que el Hijo de Dios vino a compartir con nosotros todas las penalidades, los sufrimientos, los dolores.

La noche es el signo de las tinieblas, de la dificultad, de los miedos Los discípulos van en la barca, ellos son expertos en navegación como es experta la humanidad en ciencia y en otras actividades, pero a ellos, los expertos, los sorprende una tormenta, un viento contrario… y así estamos sorprendidos nosotros, en Bogotá, en Colombia, la humanidad entera está sorprendida por un viento contrario que es un virus que ya le ha costado la vida a muchos en nuestra familia, familias que han perdido el empleo, han perdido a sus seres queridos y que han perdido la esperanza. Esta tormenta en el mar de Galilea es la tormenta de nosotros, de la humanidad entera.

¡Señor sálvanos! Gritamos todos (…) y hoy estamos haciendo una rogativa, hoy empieza una peregrinación: El Señor de Monserrate. Este signo de la presencia de Cristo, herido, caído, crucificado por amor para darnos salvación, es el signo del Dios sufriente, del Siervo sufriente de Yahvé que viene a tomar nuestros dolores y a darnos la salud del cuerpo y del alma.

Los discípulos ven venir a Jesús y no lo reconocen, creen que es un fantasma. También en nuestra vida familiar podemos estar preguntándonos: y dónde está Dios que permite que colapsen los servicios médicos en Colombia, en la humanidad… creemos que es un fantasma…

Pero necesitamos que Él se acerque, que Él nos hable (…) Es importante que el Señor nos hable en medio del dolor. ¡Animo Soy Yo, no tengan miedo!. Nos animan sus palabras, reconocemos su voz, reconocemos los signos de su presencia, pero aun dudamos, porque el sufrimiento es muy grande. Por eso Pedro en nombre de la humanidad, le suplica: -Señor si eres tú, dame una prueba, mándame ir a ti sobre el agua, permíteme ir a ti…. Pero es el Señor el que viene a nosotros, a nuestra familia. Es el Señor el que llega a la clínica, al hospital, al campo, a la vereda, al barrio, es el que llega, el que camina por nuestra calle y nos dice: ¡animo, Soy Yo!...

Ven le dice el Señor a Pedro, y hoy también nos está diciendo: ven, ven con tu familia, con tu sufrimiento, con tu dolor. Es el Señor el que se nos acerca, pero nos invita a estar con Él. Pedro baja de la barca y en medio de la crisis, en medio de la dificultad echa a andar, y es necesario que nosotros también caminemos en la fe, que caminemos con los vecinos, con los demás familiares, que caminemos sobre el agua; caminar sobre el agua es caminar en medio de la tormenta, en medio de los problemas, en medio del riesgo. La situación de este momento es de dolor intenso, pero debemos caminar, caminar espiritualmente, en la fraternidad, acompañándonos, cuidándonos nosotros y a los que están a nuestro lado. Puede venir la fuerza del viento que nos quita la esperanza …pero no nos vamos a hundir, su familia no se va a hundir, Colombia no se va a hundir, la humanidad no se hunde, porque Jesús está caminando con nosotros y hacia nosotros. Cuando Pedro grita: ¡Señor sálvame! Está gritando en nombre de la humanidad y esta semana le decimos al Señor de Monserrate, a Cristo de Jesús: Señor, salva nuestra familia, salva la humanidad, Y Jesús extiende su mano, nos agarra y nos sostiene. Esa mano bendita, esa mano herida, que tiene la ternura, el poder de Dios para agarrarnos, para impedir que nos hundamos. Estamos descubriendo lo frágiles que somos. (…)

Este es un tiempo para crecer en la esperanza, en la fe y en la oración. Esta peregrinación del señor de Monserrate es un signo hermoso de la misericordia de Dios. Generalmente los colombianos vamos hasta el cerro de Monserrate para orar con Él, ahora el Hijo de la Virgen María, el que murió en la cruz, el que resucitó, baja y va hasta nuestra casa, a quien le decimos hoy: Realmente eres el Hijo de Dios"

¡Señor sálvanos!

 

 

Oficina de Comunicaciones

Vicaría Episcopal de la Inmaculada Concepción

Catherin Florez