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“Se necesitan profetas de reconciliación” Arzobispo de Bogotá

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En la Eucaristía de este domingo presidida por Monseñor Luis José Rueda Aparicio desde la Capilla del Sagrario en la Catedral Primada, nuestro Arzobispo realizó una…

“Nos llega este capítulo 18 de San Mateo de una manera muy oportuna. Es el Señor Jesús el que ha dicho: si un pastor tiene cien ovejas y pierde una, va y busca a la que se le ha extraviado. Y luego de anunciar esa hermosa parábola nos ofrece el pasaje que escuchamos hoy que nos habla de la corrección fraterna.   

Y empieza diciendo el Señor: si tu hermano peca contra ti, es decir, si el otro es el que se equivoca, debe tomar la iniciativa, dar el primer paso, aquel que se siente ofendido; y es un paso hacia la corrección, hacia la reprensión, para que el otro reconociendo su falla, pueda encontrar también un camino de conversión, de transformación, de vida nueva.

Se requiere de valentía para poder decirle al otro, sin humillarlo, sin condenarlo, que está equivocado. Se necesitan profetas de la reconciliación, profetas de la palabra oportuna para sanar la vida del otro. Es lo contrario de a venganza, del desquite, de destruir al que se equivoca. Esta corrección fraterna supera dos extremos viciosos:

1 El desquite: la guerra, la violencia: (me la hizo me la paga, como se equivoca entonces lo elimino).

2. No corregir: y es lo que conocemos como “hacernos los de la vista gorda”, alcahuetear, por miedo, porque nos falta fortaleza, sabiduría y espiritualidad para acercarnos y saber corregir.

Esto, a su vez, tiene una aplicación en la vida de cada uno de nosotros, en la familia y en la sociedad:

En la vida de cada uno es necesario que aceptemos el error. Cuando el otro con humildad, con fraternidad sincera se acerca para decirme que me he equivocado, se necesita el don de la paz en mi corazón, para poder aceptar que me equivoqué y que Dios, a través de otro, me está mostrando un camino nuevo.

Tiene una aplicación en la familia: porque la autoridad de un papá, de una mamá en su misión de educar a los hijos no puede ser a los golpes, ni con agresividad, porque eso no transforma, ni crea conciencia de la persona que está creciendo. Es necesario corregir con amor, con una autoridad llena de misericordia, al estilo de Dios y como quisiéramos nosotros ser corregidos. Pero papá y mamá: ustedes tienen una misión de autoridad y es necesario que la cumplan, ahí en el hogar, necesitamos papás y mamás que tengan la capacidad de corregir a sus hijos y de hacerlo en el momento oportuno, con la manera oportuna y con oración. No vayan jamás a corregir a sus hijos sin haber orado primero por ellos. Para que de esa manera la palabra sea sanadora, sea reconfortante, iluminadora para su hijo, para su hija… que se puede haber equivocado y que puede ser que le disguste la corrección, pero pasa el tiempo y agradece: papá y mamá tuvieron la claridad, la valentía y el amor para corregir.

Además, este pasaje del capítulo 18 de san Mateo tiene una gran aplicación social: nos estamos acostumbrando a la intolerancia, a rechazar las ideas del otro y a rechazar al otro. Ser capaces de ser fraternos, de descubrirnos como hijos de Dios, de ver en otro, incluso en el que se equivoca y piensa distinto, la figura de Dios nuestro Padre. Descubrir en él la dignidad, ese hombre, esa mujer que está por caminos equivocados, tiene en el fondo la imagen y semejanza de Dios que yo debo ayudarla a construir… Entonces la aplicación social de esta corrección fraterna, lleva a que en nuestra sociedad no tomemos justicia por nuestra mano, no vayamos a eliminar al otro, porque me hizo el mal”.

Durante la Eucaristía transmitida por el canal RCN, el Arzobispo aprovechó para saludar  Monseñor Héctor Fabio Henao, Director del Secretariado Nacional de Pastoral Social, quien se encontraba allí presente, y también saludó y extendió un mensaje para todos los servidores de la Pastoral Social en las distintas jurisdicciones del país.

“Ustedes son misioneros de la reconciliación, están allí en las regiones mostrando cómo se pueden solucionar los conflictos por la vía del diálogo, por la vía del encuentro, del perdón. Y hemos sido testigos en Colombia de hombres y mujeres que han pedido perdón y han recibido el perdón de parte de las víctimas. Cuando el victimario y la víctima se miran a los ojos, se reconocen como hermanos, ahí hay un signo de la presencia de Dios que los hace desarmarse, quitar todo rencor, los hace sanarse del resentimiento y deseo de venganza; ahí nos encontramos como miembros de la única familia, del único Padre, nos damos la mano y nos abrazamos con un abrazo de sanación y de perdón.

Es inolvidable el encuentro que tuvimos en Villavicencio cuando el Papa Francisco presidió el encuentro de víctimas y victimarios: allí se produjo un grito de esperanza, de paz, de reconciliación, que no podemos olvidar.

Es cierto: la reconciliación social, la fraternidad, la corrección en el hogar y también personal, son caminos difíciles, pero los hacemos con Cristo, Él es el Maestro de la reconciliación, es quien nos invita a ser hermanos, nos muestra el camino del perdón y el diálogo.

Por eso, el capítulo 18 de Mateo hoy, en la última parte, nos habla como de una sinfonía de corazones, como de una sinfonía de conciencias, que nos lleva a estar juntos y a sentir la presencia del Señor en medio de nosotros; eso lo necesita Colombia, eso lo necesita su familia, eso lo necesita nuestra vida y la humanidad. Donde dos o tres se ponen de acuerdo (y ponerse de acuerdo no es un pacto solamente en un papel, ponerse de acuerdo es desde la conciencia, desde el corazón) allí estoy yo, dice el Señor.

Le pedimos a Cristo Jesús que, ante el error del otro, escondamos las armas y tendamos la mano fraterna para corregir y no nos equivoquemos anunciando y publicando el pecado del otro. Primero debemos dar el paso fraterno de mirarlo, de buscarlo, como el pastor que busca a la oveja que se le perdió y, con amor, corregirlo. Eso es actuar con misericordia, con compasión, con fraternidad y allí empieza a ser respetada la vida y a darse caminos de paz.

Que el señor nos conceda ser misioneros del diálogo, de la corrección fraterna, del respeto y del cuidado de la vida y de la paz"

Finalmente, el Arzobispo, invitó a vivir la semana por la paz que inicia a partir de hoy, realizando en cada hogar acciones que contribuyan a vivir en fraternidad.